domingo, 24 de octubre de 2010

Futuro escrito

Me imagino como los sobrevivientes verán algunas de nuestras hazañas dentro de algunos años,
Es increíble de lo que somos capaces de hacer, algunos.
Y de lo que somos capaces de aceptar, otros.
Y de aceptarlo profundamente, sin hacer ningún cuestionamiento, ni en la sobremesa
Que demuestra lo lejos que estamos de analizar nuestros actos, y los actos ajenos.
Acordándonos de que el pasado ya no es pasado y que el futuro ya no es un futuro, sino que vivimos un presente cuyo pasado no enseña nada, y cuyo futuro ya está escrito y sin embargo, seguimos pensando como idiotas que vendrán tiempos mejores.
No pueden venir tiempos mejores, que tendrán de mejores si hoy vivimos en un planeta de hambre, un planeta frío y caluroso, un planeta sin aire y contaminado.
Cuantas nostalgias se encontrarán en el desierto, recordando la gloria humana de vivir en la abundancia de recursos, de usar el agua para lavar los autos y la cocina para calefaccionar la casa.
Cuantos ojos hundidos en la tristeza de no haber hecho lo que deberíamos, de recordar que lo habíamos supuesto, que lo decían en la tele, pero nadie quiso creer.
Esperando el final.
Hoy plantamos comida para transformarla en combustible que abastece vehículos que desperdician la comida desplazando irresponsables inútilmente de un lado a otro.
No tenemos la mínima conciencia de que cada metro recorrido nos hace cómplice del hambre en el mundo.
¿A quien le entra en la cabeza?
Hoy se queman toneladas de combustible para abastecer al consumo histérico de los humanos que deliran pensando que la energía es solo una palabra.
Hoy manejamos autos con un dedo a 180 km por hora.
¿Dónde está el problema?
No hay tecnología, no hay concientización, no hay escuelas ni gobiernos, ni religión. No hay nada, absolutamente nada ni nadie, que pueda revertir este proceso destructivo. Solo nos vamos a dar cuenta de la estupidez, cuando seamos capaces de ver la verdad. Y en este planeta estamos acostumbrados a ver la verdad cuando la tenemos en frente de la cara.
Y aun así, nos faltan los huevos para pelearla.

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